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botas negras cielo gris IV

Se descuelga del anuncio como puede y baja al suelo con cuidado. Ya nadie la sigue; se esconde en una esquina, y haciendo silencio, trata de escuchar algún sonido.No escucha nada, ni botas, ni vehículos ni aviones. Solo debe preocuparse de los francotiradores que siempre silenciosos son una amenaza terrible. Camina por la calle paralela a la Avenida principal, es un camino mucho más largo, por lo sinuoso del boulevard, pero así está más escondida y segura. Es increíble como un viaje de tan solo unas cuadras se le ha convertido en toda una odisea. Pasa entre las mesas con mesitas de los cafés y restaurantes que ahora vacíos le dan una apariencia triste y hasta siniestra al paseo. La calzada se eleva y remata en una colina con una pequeña placita. Desde el muro observa la calle Lago Baikal. Se da cuenta de que si sigue por ese camino se desviará de su objetivo. Decide pasar al otro lado de la pared y cruzar por un espacio de tierra removida y escombros. Sube por el muro y luego

cielo gris y botas negras III

El cochero se monta en su vehículo y le dice a Alexa que la va a dejar dos calles atrás, ella acepta aunque eso signifique caminar más. — OTAN y Rusia en mi pais...— No sale de asombro — ¿Qué ha ocurrido? ¡No lo entiendo! — Alexa se limita a ver al hombre de cara recia y arrugas venerables. — Aqui es señorita — Dice el hombre — La calle "Lago Balkial" le queda como a seis cuadras derecho. Le deseo suerte señorita — Gracias — Le responde escuetamente Alexa. La calle no es tal, de hecho, es la avenida más ancha y larga de la capital. A ambos lados tiene enormes macetas de concreto con árboles sembrados: acacias, sauces y hasta palmeras. Seis canales la constituyen: tres de ida y tres de vuelta y hasta tiene una ciclovia pintada de varios colores: rojo, negro y verde. A lo lejos se ve un arco del triunfo con unas banderas. Alexa recorre el camino por el medio de la avenida, no ha visto ningún auto, de hecho no ha visto a nadie. Perdida en estas reflexiones se asusta a m

cielo gris y botas negras II

"¿Han asesinado a Ivo? ¡Qué cosa tan terrible!" piensa Alexa; "y yo preguntando sobre supuestas infidelidades" ahora ya no le parece tan graciosa la pregunta, pero de lo que está segura es que en este momento ella preferiría que él fuera infiel a su esposa... Hay que rehacer los planes e informarse sobre lo que está ocurriendo. Alexa llega hasta su cama dando saltitos, busca su protésis y se la calza bajo la rodilla. Se viste lo más rápidamente posible y prende el televisor. Todo es confusión en los canales nacionales. Algunos no están transmitiendo y otros solo dan la noticia de manera escueta. Los canales internacionales dan un panorama caótico de la situación y nada tranquilizante. ¿Qué hacer ahora? se pregunta, pues muy fácil: prepararse para huir, y revisar la casa natal de Ivo e Iván, a ver si el tesoro que ella lograse ver en el sueño de Iván existe. Baja al lobby del hotel donde le advierten de la tensa situación que vive el país. Ella asiente con la

cielo gris y botas negras

Es un pais muy bello. Tranquilo y pintoresco, con unos bosques enormes que se esparcen a los cuatro puntos cardinales; a falta de playa, unos lagos ubicados en los sitios más inverosímiles: dentro de una hondonada de mármol verde; en un oasis en un pequeño desierto, dentro de una cueva, al pie de una montaña. De todos los colores: azules intensos, negros, violetas claros; y aún los hay que están levemente inclinados, y que de un lado se vacian en unas lagunas a través de unos toboganes de piso de piedra negra. Tres grupos étnicos conviven en este desconocido país: cantábiros, eslanesios y mágoras. Cada uno con sus costumbres, su dialecto y su propia religión; Su gente con ropa de patrones floreados o geometricos, dependiendo de la etnia en la que nace. cada quien metido en sus problemas, viviendo su vida de acuerdo a sus costumbres, sin discriminación u odios entre ellos; bueno, aparte de algún que otro chiste ó anecdota picante. Todo era así hasta que simplemente cambió... A

Choque en el aire

El cielo se divide en dos bandos con diferentes colores. EL negro y verde de los coleoptera y el rojo intenso de los astrodea. Giran alrededor de ellos sin mezclarse todavía. Forman unos lazos que no parecen tener inicio ni final, a veces se ensanchan para después angostarse. Astrod permanece en el suelo terminando su transformación y Croto escondido y sin la máscara solo atina a observar. Un ruido intenso parece dividir el cielo en dos, de hecho los insectos se separan al escucharlo. Los coleoptera para alejarse de la fuente del ruido y los astrodea para rodear a Astrod que ya ha terminado de mutar. En el suelo quedan sus corazas negras y patas marrones, ahora dobla su tamaño y sus dos pares de alas rojas vibran freneticamente. Las astrodea tienen sus aparatos reproductores entre sus pares de alas. Las agitan fuertemente y un gas intenso de color azul se expande por una distancia de hasta diez kilometros. Las hembras astrodea solo necesitan recibirlo para después de unas horas

A PLENA VISTA

«Otro dia más» piensa. Ya su madre le toca para que se levante, asee y vista; de un salto se mete en la tina, abre la llave y se lava, en un momento ya está vestido y en el otro comiendo. — Como siempre, les pido que tengan cuidado en la escuela— Dice el padre — La Madre los mira amorosamente, con el corazón en la boca— para los niños es solo una escena repetida dia tras dia. «Ahora dirá que lleguemos temprano» piensa Crato, pero para su sorpresa Cratolo, su padre, no lo dice. Solo toma su mascara agarra su maletín y sale de la casa de la mano con Patala, su esposa. Crato y su hermana se miran por un momento y salen también, el hecho de que su padre no les pidiera regresar más temprano le daba una especie de frescura especial al dia, casi un permiso de llegar tarde... Crato se separa de su hermana. Se encuentra con Leota y con Astrod. — Te pegaron ayer Leota - Dice Crato. — Como siempre — Responde aquel. Todos rien con ganas, inclusive el siempre siniestro Astrod. — E

PAIS A VS PAIS B XXII

Llegamos a la oficina, me deja la cena y se marcha sin decir nada. No entiendo su actitud, pero no voy a detenerme a hablar ya que necesito averiguar como usar la nanoplastilina que robé de la fuente. Una vez ella se ha ido, mi amigo del TDRONE enciende la comunicación y empezamos a hablar. — ¡Excelente día en el campo: parecen dos abuelos enamorados! Me río y el escribe en la pantalla del TDRONE un JAJAJAJA! que se me antoja algo tonto. — ¡Creo que algún día podrás trabajar conmigo! — ¿Cuando se cansen de mí? No...Yo quiero mi libertad ahora...Ayudame con algo. — ¿Qué quieres? — ¿Como hago una interfaz entre la nanoplastilina que traje y el lenguaje de programación? — Necesitas un módulo de Interfaz y un teclado, nada más... — ¿Me lo puedes conseguir? — ¡Tal vez! el teclado puede ser el que usa tu AMA, el módulo solo me lo enviarán si yo reporto el mio dañado. — ¡Excelente! Saco la nanoplastilina de mi bolsillo y empiezo a moldearla sin hacer caso de lo que e