Buscando Tarpanes I

El suelo áspero bajo mis pies se parece mucho al habla de Pachmuck. Su habla entre gutural y nasal, a veces parece el gruñido de un oso y otras el siseo de una serpiente. En ocasiones, de su boca sale un sonido filoso que me recuerda alguna piedra de bordes alargados, que escondida en el polvo del suelo, lastima mis pies. Otras veces, el siseo de lo que dice es tan bajo que no lo escucho; por lo que he estado a punto de caer por la ladera ó he tenido la desagradable experiencia de ser despertado a patadas.

Chesik que balbucea su idioma lo suficiente para entenderse con el, me dice que es una lengua muerta. Solo la hablan tres personas, Pachmuck, su esposa y su suegra, sus hijos han aprendido Urdu, algo de ruso y se han ido a vivir lejos; asi que es seguro que con estos tres, ese idioma se pierda para siempre; cosa que en lo personal no lamentaría.

Las habilidades de Pachmuck para rastrear son impresionantes. Aún en este suelo lleno de rocas, sin ningún lugar suave donde dejar una huella, logra encontrar rastro de un Tarpán: una masa verde y marrón de estiércol que previa revisión olfativa por parte de nuestro Pachmuck, determina que pertenece al último de los caballos salvajes Asiáticos.

Orgulloso, nos extiende un poco de la materia  fecal. Chesik la toma en sus manos y haciendo una pelota la huele. Yo, por mi parte, me doblo como una pelota y expulso el poco contenido de mi estomago ante la risotada de mis dos compañeros.

- No es de ningún animal que yo conozca asi que puede que sea el Tarpán. -Dice Chesik.

- No debe estar muy lejos ya que el excremento es fresco. Dije de una manera algo pretenciosa para quien no mete la nariz en ese asunto,las carcajadas de mis compañeros no se hacen esperar. La risa cristalina y melódica de Pachmuck me sorprende gratamente. Chesik dice que es lo único de su lengua que vale la pena escuchar.

Unos pasos más y desaparece el sendero que hemos transitado. La niebla oculta parcialmente la vista y los últimos rayos del sol empiezan a deslizarse montaña abajo.

Pachmuck señala algo más adelante. Chesik se concentra en descifrar lo que dice y después de un momento me comunica que más adelante hay una pequeña gruta entre dos enormes piedras.

- Acampemos hoy y mañana seguiremos camino.

Después de unas horas de sueño me despierto para relevar  a Chesik que hace la segunda guardia. Adolorido y tiritando de frio me doy cuenta de que apenas queda algo de ceniza  de la fogata.
 "Le dije que cuidara el fuego y no lo hizo"  pienso , me levanto, prendo la linterna y me doy cuenta
de que aparte de mi, no queda nadie en el campamento. Debo encontrarlos. Desciendo por la ladera sin ver casi nada ya que la linterna no sirve. Afortunadamente la luna  ha salido y me ha iluminado la ladera, más adelante veo dos rocas enormes que encuadran un sendero, debe ser la gruta de la que Chesik me había hablado en la tarde.

El suelo de la ladera esta lleno de vetas de formas redondeadas, verdes y marrones. "sería una atracción turistica" , no bien he terminado de pensarlo cuando caigo y resbalo por el suelo que resulta ser una pendiente cada vez más acentuada, no tengo nada de que agarrarme y en un último esfuerzo saco el pico y golpeo la pared buscando anclarme, el primer golpe es fallido, el segundo rebota y el tercero logra hundirse en una pequeña grieta de la pared.  hago un pequeño esfuerzo y me sostengo con la otra mano de la pared que no es tan lisa como había pensado. Me levanto  y camino sosteniendome con fuerza, siento el ruido del aire pasar por la gruta, volteo y me doy cuenta de que el camino termina en un acantilado oscuro y profundo; paso la impresión y me concentro en caminar para salir.

Salgo de la gruta sano y salvo aunque con el corazón acelerado. Escucho unas carcajadas y corro al lugar de donde vienen.  El ruido viene de detrás de esta pared pero ¿como entro? busco alguna entrada sin  conseguirla, doy unos pasos atrás y veo una escala de cuerdas, salto y logro sujetarme y asciendo por la escala. El sol sale en este momento y su luz baña esta pequeña hondonada, desde arriba veo el paisaje y me maravillo con los contrastes: el camino rocoso de ascenso, la peligrosa gruta moteada y la garganta boscosa en que desemboca, volteo y veo un camino que serpentea hasta una pequeña llanura.

Más adelante veo a Pachmuck y Chesik sentados en la grama. Pateo a Chesik y este se rie, lo pateo de nuevo y se levanta como un rayo a encararme. Me pregunta algo en su lengua y no lo entiendo. Pachmuck nos calma con su lenguaje de gruñidos de oso.

- ¿Dónde estaban? ¡casi muero al buscarlos en la gruta! . Le grite a todo pulmón a Chesik.

- ¿la gruta?¿acaso te dijimos que iriamos allá? ¿no sabes que las grutas siempre son peligrosas? ¡tonto!

Me doy cuenta de mi error y azorado me tranquilizo. Pensé que querían matarme para quedarse con su parte de la venta del Tarpán; y por eso pensé que la gruta era una trampa. Chesik tiene razón: ellos nunca me dijeron que fuera allá. Mi paranoia me ha judado una mala pasada.

- Si quisiéramos matarte lo habríamos hecho antes, además no tenemos el Tarpán. 

- ¿Porqué abandonaron el campamento tan temprano?

Chesik me muestra un hongo moteado de varios colores.

- ¿Un hongo smoggo?

- Asi es.

Los hongos smoggo tiene propiedades alucinógenas, una vez ingeridos entras en un estado de "alucinación lúcida", es decir, puedes controlar a voluntad lo que deseas ver. Además hay muchos pueblos que los usan como medicina y son realmente muy dificiles de encontrar. Ahora entiendo porqué no me apuñalaron a muerte por haber pateado a Chesik. Este se acuesta en la grama y sigue en su mundo. Los dejo y salgo a caminar.

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