Las Aventuras de Alexa Huntington 2

La mayor parte de la gente no sabe lo detallados que son sus sueños. Mundos asombrosos se despliegan a la hora de dormir para ser olvidados ó mal recordados en el mejor de los casos. Un mundo en donde somos héroes ó heroínas, caballeros o damiselas, donde volamos, o nadamos con ballenas. Un sitio donde también damos rienda suelta a nuestros más salvajes deseos eróticos ó practicamos nuestras aberraciones más inconfesables…
Sin límites vivimos en ese espacio que creemos real para olvidarlo después de despertar. La rutina diaria hace que en la vigilia, nos enfoquemos en lo que consideramos real, por lo que guardamos en un desván el mundo que al dormir creamos.
La verdad es que en el llamado “mundo real” hay cosas más allá de nuestro conocimiento. Acostumbrados a las cosas que se tocan o se sienten, no nos damos cuenta de las fuerzas sutiles que moldean nuestra conducta y marcan nuestro destino. Una de esas cosas muy poco conocidas por nosotros es la existencia de los oniromante.
Los oniromante tienen el don de meterse en los sueños – o pesadillas – de otras personas con la intención de controlarlos. Hubo una época en que estos curaban a la gente, encontraban personas u objetos perdidos, y secretos sobre el mundo del más allá, pero todo eso ha acabado. Ahora se estila el control de las personas a través del sueño para estafarlos o robarles sus secretos.
Más allá del don que hay que tener para desempeñar la actividad también se requiere ser entrenado antes de los doce años, imaginación y fuerza mental. No todos los que tienen el don pueden ser oniromante, ya que si carecen de fuerza mental pueden caer en la locura.
Los oniromante trabajan individualmente o en grupo para desempeñar su oficio. Tienen oficinas, con secretarias, administradores y computadoras. Además de sustancias que “marcan” a la víctima en el mundo de los sueños para que esta pueda ser encontrada.
Alexa es una oniromante. Ha terminado su último trabajo y como de costumbre sale rápidamente a hacer sus compras. Ella cree que toda chica debe tener un guardarropa variado. Después de todo, están en el centro de Europa y el frio que hace este año no es normal, según le han dicho los lugareños. Frio o no, a ella le gusta mucho salir de compras. Le gusta tanto, que no solamente puede pasar días visitando tiendas probando y comprando cuanto le guste: sombreros, guantes, ropa interior, abrigos, pantalones, vestidos y pare usted de comprar, sino que además sus amigas la dejan sola al segundo día de feroz consumismo.
Luego de comprar hace un poco de turismo por el lugar. No le gusta mucho el frío pero un buen abrigo nuevo compensa la molestia. Camina lentamente por las calles empedradas de la ciudad viendo las encantadoras casas viejas. Los arboles de invierno con su melancólico aspecto y la luz mortecina del sol completa la imagen de postal del sitio.
Cansada, se detiene a esperar el tranvía. Un viento frio empieza a arreciar y aún con el abrigo puesto ella tiembla. Se entretiene viendo el aliento congelado de su boca y se ríe de su infantil ocurrencia.
A pesar del cansancio no toma asiento en la parada que tiene a su disposición. Espera el tranvía caminando y frotando sus manos para mantenerse caliente, ya que el frio empieza a arreciar al caer la noche.
La luna le parece un gigantesco copo de nieve. Gélida y de un fantasmal tono azulado ilumina pálidamente la noche. Alexa piensa que es una lástima que el lago esté congelado ya que el reflejo de la luminaria plateada en sus aguas debe ser un bello espectáculo.
En un poste observa un cartel con la foto de una joven muy parecida a una de las mujeres daguerrotipadas del salón del viejo. Sin darle tiempo para sorprenderse escucha el sonido del Tranvía por lo que recoge sus bolsas y se alista para partir.
Una vez sentada se da cuenta que es la misma joven del sueño del aspirante a Jack el destripador. Precisamente la que ocupa la parte central y elevada de una hilera de fotos, pero ¿qué podría significar eso?

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