A PLENA VISTA


«Otro dia más» piensa. Ya su madre le toca para que se levante, asee y vista; de un salto se mete en la tina, abre la llave y se lava, en un
momento ya está vestido y en el otro comiendo.

— Como siempre, les pido que tengan cuidado en la escuela— Dice el padre — La Madre los mira amorosamente, con el corazón en la boca— para los niños es solo una escena repetida dia tras dia.

«Ahora dirá que lleguemos temprano» piensa Crato, pero para su sorpresa Cratolo, su padre, no lo dice. Solo toma su mascara agarra su maletín y sale de la casa de la mano con Patala, su esposa.

Crato y su hermana se miran por un momento y salen también, el hecho de que su padre no les pidiera regresar más temprano le daba una especie de frescura especial al dia, casi un permiso de llegar tarde...

Crato se separa de su hermana. Se encuentra con Leota y con Astrod.

— Te pegaron ayer Leota - Dice Crato.

— Como siempre — Responde aquel.

Todos rien con ganas, inclusive el siempre siniestro Astrod.

— Estás riendo Astrod— dicen Croto y Leota al unísono — Increible — La risa de Astrod suena como una orquesta haciendo una melodía — ¡Para!¡Para! —dice Croto, que sabe muy bien lo sensibles que son las coleopteras a los ruidos, pero Astrod gentilmente lo aparta, cruza la plaza y rie aún más fuerte.

— Está mutando — Leota señala a Astrod — ¡Lo sé! —responde Croto.

Astrod se despoja de su piel oscura. Unas alas azuladas empiezan a desplegarse, una vez que rompen la cápsula y salen empiezan a vibrar con fuerza.

— ¡Quiere aparearse!

— ¡Imposible! ¡Su especie había sido destruida en la última guerra! — Responde Crato.

— ¡Somos los únicos que quedan! — Leota sacude a Crato —Debemos irnos.

En efecto no quedaba nadie en la calle desde hacía un buen rato. La calle estaba vacia y los negocios, como venta de mieles, ceras, cápsulas y ambares estaban cerrados totalmente.

Un ruido infernal se escucha a lo lejos: un enjambre de coleopteras se acerca. Crato da unos pasos hacia Astrod y se detiene, aquel lo ve e inclina un poco las antenas. Leota ya se ha ido y Crato sabe bien que si no huye la pagará muy caro.

Corre hacia un callejón, excava un agujero en la tierra y asoma los ojos. Le parece escuchar que se acerca otro enjambre de insectos, con mucho cuidado se quita la máscara y escucha un ruido más agudo. El grupo de coleopteras negras revolotean de un lado a otro sorprendidas: un enjambre de Astrodeas rojas le cortan el paso. Croto rie. El nombre de Astrod siempre le había parecido insípido, ahora le parece una broma sarcástica y una bofetada sonora en la cara de todo insectae. Se pone su máscara, y triste, sabe que pronto terminará la broma.

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