Pais A vs Pais B VI
Me despierto con dolor de cabeza y mareado. Me duele todo el cuerpo y para colmo tengo hambre.
- ¡Te preparé algo de comida!
Veo una mesa con varios platos. La visión de tan suculento y bien provisto banquete hace que olvide el dolor de cabeza.
- Suelta mis manos para comer, por favor.
- No. Asi no es divetido. - Toma una cuchara y me da de comer en la boca- Abre grande y come, es por tu bien.
Abro la boca y me como el primer bocado. Ella me limpia la boca con una servilleta de tela suavemente. Casi sensualmente. Me da de beber un poco de jugo y luego otra porción de arroz.
He comido todo lo que ella me ha dado. Siento la fuerza regresar a mi, aunque sea solo para que me de sueño.
- ¿Tienes sueño? -Me dice mientras apoya su cabeza en la palma de su mano derecha. Veo una dulzura en sus ojos que no sé como catalogar.
- Tengo ganas de regresar a mi país. - Le digo, bien decía Napoleón que los ejércitos caminan sobre sus estomágos, en mi caso es la dignidad.
Ella hace un gesto de tristeza y dice que soy malvado. Se levanta, me da la espalda, suspira y dice que soy un malagradecido; que si no fuera por ella estaría muerto, que yo no pienso en ella y que se sacrifica para nada y otras cosas más. Yo la escucho estupefacto sin saber que pensar.
- ¡Tengo sueño! - Le digo para ver si se calla.
- Ya te mostraré tus habitaciones.
Se acerca, busca un botón en la silla de ruedas, esta se estira y acomoda como una cama. Ella recoge unas cosas y se dirige a la salida, se apoya sobre la pared, me tira un beso y apaga la luz.
- ¡Te preparé algo de comida!
Veo una mesa con varios platos. La visión de tan suculento y bien provisto banquete hace que olvide el dolor de cabeza.
- Suelta mis manos para comer, por favor.
- No. Asi no es divetido. - Toma una cuchara y me da de comer en la boca- Abre grande y come, es por tu bien.
Abro la boca y me como el primer bocado. Ella me limpia la boca con una servilleta de tela suavemente. Casi sensualmente. Me da de beber un poco de jugo y luego otra porción de arroz.
He comido todo lo que ella me ha dado. Siento la fuerza regresar a mi, aunque sea solo para que me de sueño.
- ¿Tienes sueño? -Me dice mientras apoya su cabeza en la palma de su mano derecha. Veo una dulzura en sus ojos que no sé como catalogar.
- Tengo ganas de regresar a mi país. - Le digo, bien decía Napoleón que los ejércitos caminan sobre sus estomágos, en mi caso es la dignidad.
Ella hace un gesto de tristeza y dice que soy malvado. Se levanta, me da la espalda, suspira y dice que soy un malagradecido; que si no fuera por ella estaría muerto, que yo no pienso en ella y que se sacrifica para nada y otras cosas más. Yo la escucho estupefacto sin saber que pensar.
- ¡Tengo sueño! - Le digo para ver si se calla.
- Ya te mostraré tus habitaciones.
Se acerca, busca un botón en la silla de ruedas, esta se estira y acomoda como una cama. Ella recoge unas cosas y se dirige a la salida, se apoya sobre la pared, me tira un beso y apaga la luz.
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