Las Aventuras de Alexa Huntington 3

Spencer, el director de Operaciones, no oculta su felicidad. En los preparativos de la reunión de Nuevo Proyecto nos llama hermanos, amigos, socios y compañeros. Luego de terminarlos, deja su efusividad y retoma su tradicional seriedad. Su manía de jalar de la cadena del reloj de bolsillo, darle una vuelta en el aire y tratar de devolverlo fallidamente a su lugar, nunca antes había sido tan divertida. Un hombre tan excéntrico como brillante, su anacrónica forma de vestir, con chaleco antiguo y reloj de bolsillo contrasta fuertemente con su cabello verde, y profundo conocimiento de las computadoras.
Su discurso preliminar pierde su brillo y empieza a volverse más práctico. Nos habla de los contactos del señor V que usaremos en nuestros próximos proyectos: Víctor Moon y Frederick Cannon; de ahora en adelante conocidos como M y F respectivamente.
Ambos son banqueros como el señor V y trabajan en Fondos de Administración de Capital de Riesgo. El señor M, pasa por una pequeña crisis de nervios que lo ha obligado a tomarse un respiro, so pena de perder el puesto en el directorio del Fondo. Actualmente se encuentra en el país donde cumple una rutina diaria de manera obsesiva.
―Alexa. ―dice Spencer— Lo encontraras en el café de la calle Strasse como a las seis de la tarde. Se sienta en la mesa solo mientras sus dos guardaespaldas lo hacen en mesas contiguas. Ya sabes que hacer.
A las seis de la tarde el señor M no ha llegado aún por lo que Alexa pide un chocolate y un croissant y se sienta a esperar.
M llega media hora tarde. Lo observa sentarse y pedir su té con galletas. En las mesas contiguas se sientan sus dos guardaespaldas. Alexa se levanta, saca su cámara y le pide a M que la fotografíe. El se niega por lo que ella no ha podido hacer que M se impregne con la sustancia que está en su cámara digital. Afortunadamente el cocinero indocumentado del café ya ha vertido la verticrea en el té del señor M. Una vez que Alexa lo ha confirmado, se va del café.
El objetivo ya lleva dos horas acostado según el informe de su ama de llaves. Es hora de preparar todo como es usual y bajar a su mundo de sueños. Alexa pasa el umbral con éxito. Mira sus manos y sus pies y observa que son de plástico. Aparentemente es una muñeca de plástico, es algo raro, pero no único.
Ella vuela en el sueño por lo que gira sobre sí misma, siente el vértigo y mira de una lado para otro buscando tierra firme. Al fin logra ver una cadena que baja a la tierra, así que se estabiliza y vuela hacia ella. Una serie de cabezas de muñecas sonrientes, con gorras rojas y cachetes sonrosados forman los eslabones; percibe entonces que el flujo del sueño se debilita y empieza a caer, salta a una gorra y empieza a descender por las cabezas de las muñecas.
Alexa se concentra y saca unas garras de sus manos para aferrarse mejor, se sostiene con dificultad y empieza el descenso, debe hacerlo con cuidado ya que las mejillas de los muñecos son curvos y muy resbalosos, mientras desciende siente el aire azotándola y el vértigo en su estomago.
Llega al suelo en una solo pieza, literal y figuradamente hablando. El piso es más suave de lo que hubiera pensado, por lo que se recuesta un momento.
El verde del césped de la ciudad de juguete es tan intenso como lo recordaba. ¡Qué nostalgia! Piensa Alexa, ¿Cuántas horas pasaba ella jugando con estos muñecos? El ladrido de un perro de plástico marrón la sorprende, pero es la disculpa exageradamente amable del dueño lo que la asombra. El aire huele a limpio, los colores son intensos y los cuerpos tan sinuosos y agradables al tacto. El ambiente de primera infancia y pureza la enternece.
Sale del parque y se dirige a la esquina donde ve una heladería. Entra y nota que está ambientada en los años cincuenta: sus sillas redondas plateadas, los colores pasteles y la ropa de los muñecos es de la época; ¡hasta los precios son de los años cincuenta! De hecho, Alexa compra un helado de chocolate.
Se sienta a comer su helado cuando escucha un ruido inusual: ¡es una lluvia de gomitas y arroz confitado! Maravillada, se acerca a la ventana y presencia el bello espectáculo. El arroz parece una cortina blanca y las gomitas reflejan las luces de acuerdo a sus colores: verde, amarillo o azul. Luego de un momento, cesa la lluvia y con ella las gomitas y el arroz confitado.
Alexa decide tomar la iniciativa y salir a encontrar al señor M. Sale a caminar, piensa en recordar alguna cosa que tenga en común con el soñador. Involuntariamente recuerda la imagen de la mujer desaparecida que vio en la estación del tranvía.
La ciudad se paraliza por completo. Se hace un silencio profundo y aterrador. Alexa se ha dado cuenta de que el señor M la ha percibido, pero ella a él no. Escucha un ruido de sirena que resulta ser una patrulla que se acerca a toda velocidad. Ella corre y al doblar a la esquina entra en un autito, pero el volante de este no gira. Sale del auto y es detenida por un oficial de la policía que la esposa y sube al auto policial.
La patrulla viaja lentamente por la calles, una multitud la abuchea a su paso y otra multitud de muñecos la espera en la plaza. La bajan del auto y la suben por las escaleras de plástico hasta la base de la fuente. Alexa decide sacar al señor M de donde sea que se encuentre así que visualiza el rostro de la muchacha desaparecida y la proyecta en la pared de un edificio que tiene enfrente.
La reacción no se hace esperar. Siente un temblor y se desata un pequeño cataclismo: los muñecos caen al suelo, las nubes se detienen y el sol va al ocaso deprisa para dar paso a la noche. Se escucha un ruido que se acerca a la plaza estremeciendo los edificios a su paso. Una mancha verdosa se forma frente a Alexa. Adquiere volumen y se arremolina en el centro de un círculo donde forma la figura del señor M.
Alexa ya se ha zafado de las esposas, pero mantiene las manos en su espalda. El señor M se acerca a ella sin prisa, mueve su cabeza de un lado a otro y hace sonar los nudillos de sus manos. Alexa no deja que se acerque más, le señala con el brazo derecho y dice “Opresión”, él se detiene por un momento, pero después mueve los brazos y las piernas. La toma con fuerza y la arroja al canto de la fuente.
— ¡No es la primera vez que me visita un oniromante!
Suben unos muñecos con herramientas de carpintero que empiezan a construir una base de madera, luego una escalera que adosan del lado derecho y por último un poste de donde cuelgan una cuerda.
— ¡Un cadalso!
— ¿Te gusta? —Dice con sorna— porque vas a morir aquí.
— ¡Como si pudieras matarme!
Alexa se enfrenta a él y dice Opresión de nuevo, pero no funciona, dice Susurro y tampoco es eficaz.
—Mira tus pies.
Alexa baja la vista y ve que sus pies están pegados al piso por una especie de plástico derretido.
—Tráela
La masa que sujeta los pies de Alexa se mueve llevándola a la escalera del cadalso; M la sigue mientras ella trata infructuosamente de liberarse; el soñador toma la cuerda, rodea el cuello de Alexa con ella y aprieta el nudo.
— ¿Te has dado cuenta de que vas a morir?
— ¡Es solo un sueño!
— ¡Qué incrédula! —le dice risueño— ¡Vas a morir del miedo!
M va a la palanca y la jala; se abre la trampa del cadalso y cuelga a Alexa que se bambolea con la soga al cuello.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

botas negras cielo gris IV

Carta Imaginaria

cielo gris y botas negras III