Pais A vs Pais B II

Una vez el camión da la vuelta a la esquina dejo de escuchar a la multitud pidiendo mi cabeza. Ahora solo  el rumor del motor y la tos ocasional de los policias de BES rompen el silencio.

Son realmente horribles estos policias: altos y agresivos, armados hasta los dientes y con caras de pocos amigos.

- ¡Quieto! ¡No te muevas, perro! - Me dice uno de ellos. - Otro me obliga a bajar la cabeza y trata de calmar a su compañero. Algún otro me golpea las costillas.

- ¡No saques el arma, Joe! ¡Calmáte! - Escucho que dice quien me sostiene la cabeza. Trato de levantarme y resistir pero una lluvia de patadas lo impide. Ellos se calman cuando se cansan de golpearme.

Me sientan en el banco lateral de la unidad. Pienso en mi tentativa de resistencia heroica y me rio. Ellos se inquietan, pero no hacen nada. Vuelvo a reir cuando me doy cuenta de que mi heroismo me ganó una lluvia de puntapiés, pero posiblemente me halla salvado de una lluvia de  balas. Rio de satisfacción y dejo de reir: me duele todo el cuerpo.

El vehículo se detiene violentamente y me bajan de prisa al ritmo de uno, dos, uno, dos. Estos maniáticos BES están obsesionados con la eficiencia. Me duelen las piernas, los brazos y la parte media del cuerpo. Subimos por unas escaleras y luego en el ascensor unos diez pisos.

- ¡Quitate la ropa! - Obedezco servilmente y me despojo de todo lo que tengo. - Reviso mi celular y constato que no sirve en este pais.

Una vez desnudo me limpian con un chorro de agua, me echan encima una especie de talco y luego me vuelven a mojar. Me dan ropa y zapatos negros y me obligan a ponermelos. Al terminar me sacan de la habitación a un pasillo inmaculadamente blanco.

Se abre una puerta y salen dos hombres vestidos de verde, me escoltan por una interminable sucesión de caminos, puertas y pasillos. Me da la impresión de que me han hecho pasar más de una vez por el mismo sitio. Talvez quieran enloquecerme.

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