Pais A vs Pais B XVIII

- Buenos dias.

 Le respondo a su saludo con alegría, que ella me devuelve con una sonrisa de oreja a oreja

- ¡Te estás acostumbrando! ¡me alegra!

Mantengo mi sonrisa falsa y le miro sentarse en su escritorio; acomodar sus papeles, consultar su tablet y encender su computadora. Le recuerdo que es hora del desayuno y ella apenada, me dice que tengo razón y levanta su tablet.

- En diez minutos tendrás tu desayuno.

- ¿Ya desayunaste?¿no me quieres acompañar?

Ella se ve nerviosa: sus ojos van de un lado a otro, abre la boca y sus dedos tamborilean sobre la mesa

- Ya he desayunado. Tengo mucho trabajo que hacer, no podré acompañarte. 

Alexandría me desata las manos para desayunar. Le agradezco el gesto y ella parece desconcertada. Tomo mi desayuno más animado. Recuerdo la intrigante conversación de ayer en la noche; el saber que no soy el único en esta situación me ha dado fuerza; el pensar en ruedas, gatos de tres colas, personas que me hablan a través de mi cepo virtual, me entretiene. En fin, estoy un poco mejor. Como a un canario que le limpian la jaula.

Absorto en mis pensamientos no me he dado cuenta de que mi captora ha abierto la puerta de la oficina. Entra un hombre que la abraza, y le pone una mano en el trasero; mano que ella educadamente retira. La mira con las ganas con la que un hombre ve a quién puede ser tanto su novia, como su amante.

Ella le invita a pasar y él le dice que primero las damas...claro, para verle el trasero; ¡hasta los más tontos conocen el truco! Alexandría está a la vez encantada y desconcertada. El la sigue y se sienta a conversar, se voltea y nota mi presencia, ella se sienta y busca unos documentos en el escritorio. El le toma la mano, se estira hacia adelante y en voz baja, mientras me mira, le dice algo sobre mí. Ella no puede evitar mirarme y noto un brillo en sus ojos que no logro descifrar.

Es casi mediodia y a fuerza de rabia se ha ido el hambre. Ella se ha olvidado de mi almuerzo y se ha ido con él. Regresan y ella al verme, recuerda su descuido y corre a su escritorio y toma la tablet para que me traigan la comida.

"Siento haber olvidado tu almuerzo. Es que estoy muy ocupada". - Me escribe a través de su tablet mientras como. Su código Morse en mi piel me enfurece, pero me contengo al darme cuenta de que él no está muy a gusto.

Después de varias horas el hombre por fin se va, no sin antes intentar llevarse a Alexandría. Ella vuelve a sacarse su mano del trasero, y por fin, logra que se vaya.

Ella camina lentamente hacia mi, extrañamente siento miedo y hasta me pregunto si la he molestado.

- ¡Es un fastidioso!

- ¿Ex?

- Si. - lo dice y suspira - Ustedes, los hombres piensan con la entrepierna.

- Todo el tiempo. Es cierto, pero cuando nos enamoramos, lo hacemos con el corazón. - guardo una pausa y prosigo hablando. ¡Diablos! que ridiculez acabo de decir...

- Si. es verdad. - me dice ella. Todo es cierto: que piensan con la entrepierna, que cuando se enamoran lo hacen con el corazón y que acabas de decir una soberana ridiculez.

- Tengo hambre. Quiero dulces, y quiero hacer ejercicio, de lo contrario engordaré. - Pensé en hablar de las necesidades de mi entrepierna, pero es preferible dejarlo para más adelante.

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