Pais A vs Pais B XX

— Buenos dias, mi amoroso ridículo. — Me despierta Alexandría de mi sueño. ¿Cómo estás?

— Buenos dias. Bien.

— ¡Qué Lacónico estás hoy! . — Prosigue su perorata. Tengo una buena noticia : ¡vamos a salir a pasear!

— ¿Pasear? — Le digo asustado. ¿Me vas a botar?

—  Solo vamos a pasear. No te voy a botar... por lo menos hoy no. — Me dice divertida.

— ¿A dónde vamos? — Le respondo haciendo caso omiso del comentario de no botarme hoy.

— ¿Qué importa? ¡Cómo si conocieras este pais!

— ¡Qué odiosa eres!

Ella se rie mientras sirve el desayuno. Libera mis manos y me acompaña a comer. Come feliz y risueña, yo dejo de comer al recordar al idiota que nos visito ayer.

— ¿Te viste con el idiota aquel? — Le digo al punto que le sostengo la muñeca con mi mano derecha. Ella se paraliza con el miedo. Siento su mano fria como y veo sus ojos  que brillan vidriosos.

— No. ¿No te dije que era un ex? ¿Te pareció que disfrutaba su presencia?

No le suelto la mano, y menos ahora que la siento suave y tibia; siento el pulso de su muñeca y lo tibio de su aliento cuando me habla.

— ¿No me vas a soltar?

La suelto y seguimos comiendo en paz. Ella está emocionada, no sé si es por el paseo ó por el breve episodio de sumisión que acabamos de protagonizar.

Veo de reojo al TDRONE  observando las escena desde el piso. Frio y amenazante permanece en el suelo con su pantalla negra en su blanca estructura. Me doy cuenta de que no intervino y me pregunto porqué.

— ¿Porqué el TDRONE no intervino? — Le busco conversación a Alexandría.

Ella lo observa extrañada sin dejar de comer.

— ¡Es raro! ¿Se habrá roto?  — me dice con total despreocupación.

— ¡Terminé de comer! ¿Tú?

— Ya he terminado. — Le digo y coloco las manos sobre el posabrazos.

— No te amarraré las manos: las vas a usar. —Me dice y se rie.

— TDRONE. Acompañame. — El dispositivo le responde "a sus órdenes" con su voz atonal.

Toma la Tablet y paso a configuración de caminata. Me siento aliviado y contento.

— ¡No trates de escapar!

— No lo haré...por lo menos hoy no. — Le digo y pongo una cara falsamente divertida.

— Gracioso. — Responde con un tono de voz de falso reproche.

Me da un bolso de mujer grande y de color rojo intenso. Se rie de la cara que he puesto y abre la puerta. Sale ella primero y yo la escolto. La gente nos ve  intrigada. Algunos se dan cuenta del detalle del bolso rojo y señalandome, se rien. Unos tantos nos siguen por el pasillo hasta el ascensor de carga. Ella entra y yo la acompaño como el poodle humano en que me está convirtiendo.

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