Cambiando Zapatos II
Salimos del tugurio y caminamos por la calle de los caballos casi sin mirarnos.
- ¿Enojado conmigo, Occidental? - Me dice mientras se agarra a mis brazos mientras caminamos.
Ofuscado no le respondo, pienso que un hombre no debería estar en esta situación y me rio con ganas.
- Hacemos el trabajo y nos despedimos. - Hace una pausa corta - ¡para siempre!
- ¿Qué hay que hacer?
- Entramos en una casa y nos llevamos un objeto.
- ¡Yo no soy un ladrón!
- Robaré yo. Tú me cuidarás, asi mantendrás tu pureza. - Me lo dice con un tono entre sarcástico y divertido. Lo cierto es que no tengo dinero y no hay nada mejor que hacer.
- ¿Dónde será el trabajo?
- ¡Aquí! - Agarra la solapa de mi chaqueta, coloca su pie derecho en mi cadera y se impulsa para sostenerse del alero de madera del muro de una casa.
- Pero...
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